Discípulo: - Sensei, he leído muchos libros, pero me he olvidado de la mayoría. Me pregunto, ¿cuál es el propósito de la lectura?

Sensei: - Kohai san, tengo mucha sed. ¿Podrás traerme un poco de agua de ese arroyo?.

El Maestro señaló al alumno que tomara un colador viejo y sucio que estaba en el suelo para poder ir a buscar agua.

El alumno se sobresaltó, porque sabía que era un pedido sin lógica. Sin embargo, no pudo contradecir a su Maestro y, habiendo tomado el colador, comenzó a realizar esta absurda tarea. Cada vez que sumergía el colador en el río para traer un poco de agua para llevar a su Maestro, ni siquiera podía dar un paso hacia él, ya que no quedaba ni una gota en el colador. Lo intentó y lo intentó decenas de veces pero, por mucho que trató de correr más rápido desde la orilla hasta su Maestro, el agua siguió pasando por todos los agujeros del tamiz y se perdió en el camino. Agotado, se sentó junto al Maestro y dijo…

Discípulo: - Sensei, no puedo conseguir agua con ese colador. Perdóname Maestro, es imposible y he fallado en mi tarea.

Y el Maestro, sonriendo, le respondió:

Sensei: - Kohan san, no. No has fallado. Mira el colador, ahora brilla, está limpio, está como nuevo. El agua, que se filtra por sus agujeros, lo ha limpiado. Cuando lees libros, prosiguió el Maestro, eres como un colador y aquellos como agua del arroyo. No importa si no puedes guardar en tu memoria toda el agua que dejan fluir a través de ti, porque los libros, sin embargo, con sus ideas, emociones, sentimientos, conocimientos, limpiarán tu mente y espíritu y te convertirán en una persona mejor y renovada. Este es el propósito de la lectura.