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¿Cuándo somos dignos de llamarnos Karatekas?

Pensar o imaginar que porque en un momento dado entramos a un Dojo y comenzamos a seguirel ritmo y técnicas impartidas en la clase ello nos convierte en un practicante de Karate, es unaconclusión ligera y sin conocimiento de lo que es el Karate en sí.
¿Acaso el Karate es un simple conjunto de técnicas y movimientos ofensivos y defensivos?. En parte
sí. ¿Pero es sólo eso? Si fuere sólo eso, la práctica del Karate como Arte Marcial sería como ir al
gimnasio, o salir a correr un rato, o una simple distracción, más allá de que alguno refiera que como
toda actividad física es saludable, mejora la coordinación corporal e inspira autoconfianza.
Quién pueda sólo imaginar eso, cuando se menciona la palabra “Karate”, por más que haya
transcurrido muchos años practicando, no podría ser digno de llamarse “Karateka”.


El Karate es la puerta hacia un “camino” que inicia un proceso de autoconocimiento, que noslleva a enfrentarnos con nuestros propios miedos y tiene la duración de nuestra vida misma.
Es indudable que requiere de la “práctica”, pero la misma debe ser “constante”. La irregularidad no
sólo atrasa y detiene el progreso sino que además nos retrotrae el inicio. A veces, el “retomar” la
actividad es un nuevo inicio y no una continuación desde donde dejamos.
Hay quienes “inician” todo el tiempo… y para ellos, el Karate es una disciplina del “eterno retorno”,
porque siempre están volviendo, siempre están recomenzando… siempre en la misma línea de
partida.


Claramente “retomar” es mejor que “no volver”, pero mejor que “retomar” es “permanecer” y este es
el primer secreto para ser un Karateka: Ser constante y permanecer en la práctica.
Pero, como dijimos al principio, existe otro aspecto menos visible y más profundo, que constituye elsegundo secreto: La práctica constante debe realizarse con la actitud adecuada.

El Karate implica transitar el Camino de las Actitudes.

1.- Generosidad. Un Karateka debe practicar la generosidad. Ser generoso implica aprender a dar
sin expectativas de recibir. Esto no significa que no deba, o no pueda existir reciprocidad. Sería lo
ideal que así sea. Sin embargo, se trata de una actitud ante la vida. Se trata de dar lo mejor de uno,
teniendo la confianza de que el Universo compensará esta entrega, probablemente de formas que
uno quizás no pueda imaginar en el momento en que da. Esta actitud, también implica aprender a
recibir esa compensación, sea de quién sea, en el momento que fuere, y bajo la forma que sea,
siendo agradecido por ello. La Generosidad, comprende, entonces, la solidaridad, la entrega y el
esfuerzo personal, y la capacidad de recibir y agradecer.


2.- Honestidad. Un Karateka debe ser honesto. Ello significa hacer lo correcto. Y esto se vincula con
la verdad. Ser sincero con un mismo es aprender a no engañarse uno mismo. Implica asumirse con
defectos y también con virtudes. Sólo a partir de esa conciencia de uno mismo es que puedo
mejorar. La honestidad ante el otro, también implica ser sincero con el otro, pero también
comprende la protección de lo que existe con el otro, y eso es ser leal. Aquí debe interpretarse
adecuadamente. La lealtad no significa obsecuencia alguna, sino que por el contrario, comprende
también la crítica constructiva, en tanto va de la mano de la sinceridad.


3.- Paciencia. El progreso, no sólo en la técnica, sino en la vida misma, requiere de paciencia. No se
puede correr, sin antes aprender a caminar. Todo tiene un tiempo necesario y es en vano pretender
que podamos ganarle al tiempo. A veces aprender un simple movimiento puede parecer que lleva
un instante, pero tener conciencia de que realmente estoy realizando el movimiento correcto,
puede llevarnos años, y hasta una vida entera. No todo es tan simple como parece; ni tampoco es
todo tan complejo. Aprender a ver, a sentir, a escuchar, a percibir, a realizar, sólo requiere de
voluntad y de paciencia. La voluntad surge desde el primer movimiento vital y nos empuja hacia un
lado. La paciencia es lo que nos permite observar con claridad ese movimiento a lo largo de la vida,
y nos da la oportunidad de comprenderlo. Aporta la cámara lenta a la película de la vida, y habilita la
oportunidad para tomar la decisión más adecuada en el momento exacto. Paciencia implica “saber
esperar”, “saber desenfocar para ver, sentir o percibir de otro modo”.


4.- Disciplina. Emprender este camino requiere de un orden personal. Difícilmente se pueda ser
constante en algo, sin ser disciplinado. La disciplina es orden, y el orden es necesario para hacer
frente a lo imprevisible. Ser disciplinado no necesariamente implica ser rígido, sino todo lo
contrario. Ser disciplinado implica la posibilidad de adaptarnos a los cambios, y estar abierto y
preparados para los desafíos que nos presenta la vida. La disciplina nos aporta flexibilidad mental y
adaptación constante a los cambios.


5.- Meditación. Meditar es lo que nos mantiene firmes en medio de los cambios permanentes de la
vida. Es el ancla en nuestro ser, que nos permite “encontrarnos” en medio de las turbulencias
inevitables. Es lo que nos sostiene “con los pies en la tierra” e impide que volemos en medio de
nubarrones mentales. Meditar nos aporta claridad e impide que nos perdamos en el camino. Nos
coloca en el ámbito de la humildad y nos permite observar y controlar nuestro Ego.


6.- Sabiduría. Saber no es tener más conocimiento, ni estar mejor informado. Saber es asimilar la
experiencia. Es sentir el camino y tener verdadera consciencia del mismo. Saber implica percibir la
vida misma y sentirse fundido con esa chispa que mueve a todo ser. Buscar la Sabiduría nos lleva
necesariamente a percibir el verdadero Amor Universal, que es el fin del Camino.


Un digno Karateka, es sólo quien transita el Camino de la Práctica Constante y de las Actitudes.

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